The shepherds “made known the message that had been told them” (Lk 2:17)

    So they went in haste and found Mary and Joseph,

    and the infant lying in the manger.

    When they saw this,

    they made known the message

    that had been told them about this child.

    All who heard it were amazed

    by what had been told them by the shepherds. (Lk 2:16-17)

The shepherds were evangelists. They shared the “good news of great joy” given to them by the angels that a savior was born. (Lk 2:10-11) They encountered Jesus and then couldn’t contain their reaction. “They made known the message” and the people who heard this news were amazed.

That same good news is celebrated every Christmas. God loves us. He sent his Son Jesus to save us. We are called to encounter Jesus, experience his love for us – and then share Jesus with others.

At Christmas, we encounter the humanity of Jesus in a profound and beautiful way: as a baby. When we hold a baby in our arms and look into the baby’s eyes, there is an immediate and intimate sense of beauty and love. The very fact that God came to be encountered in such a way reveals so very much about how God loves us. He is not distant and aloof.

I spoke with a woman recently who had a profound conversion of faith. She was raised Catholic but had been given a view of God as constantly angry. God was there to punish her. She lived in fear, not a holy fear or awe of God, but a fear that she could not even approach God. I had a friend once describe this view of God as analogous to the angry face of the Wizard of Oz projected on a screen shouting at us when we had come a great distance to ask a favor.

Thankfully, this woman was reintroduced to God as an adult through a beautiful Catholic retreat and parish community. She encountered others who shared God’s love with her. As a result, her faith was renewed and refreshed. 

Of course it is true that God wants us to live in accord with his plans.  However, Jesus came to break through fear. We do not need to be afraid to approach Jesus. We receive his mercy in baptism, and with repentant hearts we also receive his love and mercy in the sacrament of reconciliation. Jesus doesn’t want us to live in constant dread, but to live with peace and joy knowing that he is there for us and wants us to flourish.

Having a newborn at Christmas is a blessing. In my own family we recently were blessed with the first “next generation” baby, meaning I am a great uncle for the first time. After Christmas, I will be privileged to baptize this newest member of our family. When we hold a little baby, we can visualize and tangibly experience that Jesus came to us in this way. 

Perhaps you or someone you know has found it difficult to draw close to God. Christmas gives us a chance to come approach the manger and look into the very face of God in the baby Jesus. The shepherds encountered Jesus in this very manner two thousand years ago. What they saw and experienced as love poured forth, revealed to them that the good news was true. And they couldn’t contain themselves. 

This Christmas, draw closer to Jesus and then share that good news of his love with others. Let the true joy of Christmas shine in your heart and bring that joy to the world.

    The angel said to them,

    “Do not be afraid;

    for behold, I proclaim to you good news of great joy 

    that will be for all the people.

    For today in the city of David 

    a savior has been born for you who is Christ and Lord.” (Lk 2:10-11)

Jesus, give us the grace to receive your joy more deeply this Christmas.

Merry Christmas!

Your servant,

Most Reverend Robert J. McClory

Bishop

Diocese of Gary


Los pastores "dieron a conocer el mensaje que se les había dicho" (Lc 2,17)

     Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, 

     y al niño acostado en el pesebre. 

     Y al verlo, 

     dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 

     Y todos los que oyeron, se maravillaron

     de lo que los pastores les decían.

Los pastores eran evangelistas. Compartieron la "buena noticia de gran alegría" que les habían dado los ángeles de que había nacido un salvador. (Lc 2,10-11) Se encontraron con Jesús y no pudieron contener su reacción. "Dieron a conocer el mensaje" y la gente que escuchó esta noticia quedó asombrada.

Esa misma buena noticia se celebra cada Navidad. Dios nos ama. Envió a su Hijo Jesús para salvarnos. Estamos llamados a encontrarnos con Jesús, a experimentar su amor por nosotros y a compartirlo con los demás.

En Navidad, nos encontramos con la humanidad de Jesús de una manera profunda y hermosa: como un bebé. Cuando sostenemos a un bebé en nuestros brazos y lo miramos a los ojos, nos invade una sensación inmediata e íntima de belleza y amor. El hecho mismo de que Dios haya venido para ser encontrado de ese modo revela muchas cosas sobre cómo nos ama. No es un ser distante y apartado.

Hace poco hablé con una mujer que tuvo una profunda conversión de fe. Se había criado en el catolicismo, pero tenía una imagen de Dios constantemente enfadado. Dios estaba ahí para castigarla. Vivía con miedo, no un miedo sagrado o un temor a Dios, sino un miedo a no poder acercarse a Dios. Un amigo mío describió una vez esta visión de Dios como análoga a la cara enfadada del Mago de Oz proyectada en una pantalla gritándonos cuando habíamos recorrido una gran distancia para pedir un favor.

Afortunadamente, esta mujer se reencontró con Dios ya de adulta a través de un hermoso retiro católico y de la comunidad parroquial. Se encontró con otras personas que compartían el amor de Dios con ella. Como resultado, su fe se renovó y refrescó. 

Por supuesto, es cierto que Dios quiere que vivamos de acuerdo con sus planes. Sin embargo, Jesús vino a romper el miedo. No debemos tener miedo de acercarnos a Jesús. Recibimos su misericordia en el bautismo y, con el corazón arrepentido, recibimos también su amor y su misericordia en el sacramento de la reconciliación. Jesús no quiere que vivamos en constante angustia, sino que vivamos con paz y alegría sabiendo que Él está ahí para nosotros y quiere que florezcamos.

Tener un recién nacido en Navidad es una bendición. En mi propia familia hemos sido bendecidos recientemente con el primer bebé de la "siguiente generación", lo que significa que soy tío abuelo por primera vez. Después de Navidad, tendré el privilegio de bautizar a este nuevo miembro de nuestra familia. Cuando sostenemos en brazos a un bebé, podemos visualizar y experimentar de forma tangible que Jesús vino a nosotros de esta manera. 

Quizá a ti o a alguien que conozcas les ha resultado difícil acercarse a Dios. La Navidad nos brinda la oportunidad de acercarnos al pesebre y contemplar el rostro mismo de Dios en el niño Jesús. Los pastores se encontraron con Jesús de esta misma manera hace dos mil años. Lo que vieron y experimentaron como amor derramado, les reveló que la buena nueva era verdad. Y no pudieron contenerse. 

Esta Navidad, acércate a Jesús y comparte la buena noticia de su amor con los demás. Deja que la verdadera alegría de la Navidad brille en tu corazón y lleva esa alegría al mundo.

El ángel les dijo,

    "No temáis;

    porque he aquí que os anuncio una gran alegría 

    que será para todo el pueblo.

    Porque hoy, en la ciudad de David 

    os ha nacido un salvador que es Cristo y Señor". (Lc 2,10-11)

Jesús, danos la gracia de recibir más profundamente tu alegría en esta Navidad.

¡Feliz navidad!

Tu siervo,

Reverendísimo Robert J. McClory

obispo

Diócesis de Gary